Los valores en la Educación Básica (primaria)

La educación centrada en valores ha adquirido relevancia a partir de la década de 1990 aparejada con el moviendo de reformas educativas realizadas por diversos países en Europa, Latinoamérica, Asia y África (Benavot, 2002: 61-66), apoyado por los organismos internacionales como la Organización de la Naciones Unidas (ONU), Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) (UNESCO, 2002) (UNESCO/ORELAC, 2002) (UNESCO, 1998) entre otras, han realizados foros internacionales de índole político y académicos en los cuales el diagnóstico acerca de la convivencia armónica entre los individuos en la sociedad arroja un saldo desalentador (UNESCO, 2002: 2).

 

Una de la medidas para contribuir a un mundo más tolerante, adoptada por casi todos los países miembros de de la ONU, ha sido acogerse a un programa que fomente, fortalezca y propicie una educación sustentada en valores universales, los propios de cada entorno nacional y los sostenidos por la ciencia y la cultura. Pero para poder realizar lo anterior, los sistemas educativos nacionales han realizado reformas curriculares en sus planes y programas, incorporando una asignatura que enseñe los valores, lo cual se puede observar en forma general en cuadro 1.2.

 La preocupación de seguir incluyendo asignaturas, áreas o temas de educación moral sigue estando presente al respecto Prats, citando a Mayor Zaragoza, nos dice que; en las reforma curriculares por venir con respecto a los contenidos educativos se debe prestar especial atención a la educación cívica y los valores necesarios para forjar las actitudes de ciudadanos responsables (Prats, et. alt. 2005: 26).

 En el contexto Latinoamericano las tendencias de incluir en los Planes y Programas de estudios de educación básica temas de educación moral se han cristalizado en los contenidos curriculares. México en su más reciente reforma, 1999, incorporó en educación secundaria la asignatura de Formación cívica y ética (Latapí, 2004), sustituyendo la asignatura académica de Civismo, los nuevos planes y programas se empezaron a aplicar en el ciclo escolar 1999-2000 (DOF, 1999).

Pero la reforma constitucional que reconoció plenamente los derechos de la Iglesia como institución religiosa, como organización de individuos sujetos a la legislación mexicana y a sus propias reglas, colateralmente trajo la transformación del Artículo Tercero Constitucional, el cual explícitamente da la razón a las escuelas privadas de proporcionar educación religiosa, cuestión que algunos actores sociales y políticos del ámbito nacional extrapolaron a las escuela públicas, fue lo que originó el debate sobre la pertinencia de la educación moral en las escuelas del sistema educativo nacional (Guevara, 1997: 21-25).

Las propuestas sobre el modelo de educación moral o de valores, circularon en congresos y revistas de investigación educativa, así como de índole político (Almazán, 2000: 24-48) (Gutiérrez, 2000: 66-90). Los estudiosos del tema hicieron esfuerzos editoriales publicando textos especializados sobre el asunto (Latapí, 2004), las propuestas coinciden en la construcción de una vida democrática; una desalentadora visión del mundo contemporáneo a partir de los múltiples conflictos que enfrenten a los hombres consigno mismos, la necesidad de educar a los niños y a los jóvenes para una convivencia armónica, infundiendo el respeto por los derechos de los niños, los derechos humanos y la carta de Deberes y Derechos del Hombre y del Ciudadano de la ONU, así como responder adecuadamente a los retos que impone la globalización y los movimientos de emigración en el mundo ( Ortega y Mingés, 2001: 15-22).

Sin embargo en nuestro país, susceptible a llamados morales como sinónimo de religión, desataron una vieja polémica, la vigencia del laicismo, entorno a ello discurrieron fuertes debates sostenidos por intelectuales como Pablo Latapí y Giberto Guevara Niebla en contra de aquellos que propugnaban la inclusión de educación religiosa en todas la escuelas; la Comisión Episcopal por medio del Cardenal Juan Sandoval Iñiguez precisaba en septiembre de 1996:

 “Cuando en el país exista una verdadera democracia se podrá superar ese problema [lo del libro texto gratuito único y el laicismo] pues la sociedad, mayoritariamente católica, podrá exigir libros católicos o de inspiración cristiana (Guevara, 1997: 25)”.

La querella por el laicismo como la llama Guevara, vino a revivir las posiciones de la segunda mitad del siglo XIX, la pugna, entre los liberales por formar ciudadanos libres, con los conservadores y la Iglesia por mantener el monopolio de la educación dogmática, reeditada durante la Revolución de 1910, el bando liberal republicando partidario del laicismo educativo finalmente lo plasmó en la Constitución de 1917 (Guevara, 1997: 23) , a partir de entonces se mantuvo ese carácter en la educación; la reforma de 1934 lo resumió como la exclusión de toda doctrina religiosa y el combate a la fanatismo; en 1946 y 1980 se consignó a partir de la garantía de la libertad de creencias, el criterio que orientaría a la educación se mantendría ajeno a cualquier doctrina religiosa; pero en 1992 se reintrodujo el término de la Constitución de 1917, expresando que la educación sería laica, cuestión que se ratificó en la reforma de 1993 (Ornelas, 1995: Apéndice A).

En nuestro país el tema de la educación moral o de valores ha estado ligado al laicismo y a la pugna entre dos corrientes de pensamiento; la derecha o conservadores quienes propugna por una educación moral religiosa, mientras que los liberales o republicanos sostiene la necesidad de una educación moral centrada en valores universalmente aceptados, propios de la disciplina de la axiología como rama de la filosofía, valores que tiene que ver las libertades y obligaciones que tiene un ciudadano al vivir en sociedad y ser parte de un régimen de gobierno especifico.

 

Esta ha sido una pugna histórica desde los planteamientos realizados por José María Luis Mora, Gómez Farias, Lucas Alamán y Lorenzo de Zavala, acerca de la forma en que se debía educar la pueblo mexicano, pasando por la disputa entre centralistas y federalistas, así como en la época Juarista; en la introducción y aplicación de la educación positivista durante el Porfiriato, por lo cual se puede decir que la inserción de contenidos centrados en los valores en el sistema educativo nacional tiene una larga trayectoria que inicia con la vida independiente en nuestro país y se extiende hasta la actualidad (De la Peza y Corona, 2000: 71-78).

El civismo fue la asignatura por medio de la cual durante muchos años se enseñaron valores a los educandos, su vigencia se extendió desde la fundación de la Secretaría de Educación Pública hasta la reforma conductista de Luis Echeverría, en la cual se convirtió parte del Área de las Ciencias Sociales (De la Peza y Corona, 2000: 71-78), en las diversas etapas del siglo XX mexicano tuvo como finalidad formar ciudadanos con las siguientes característica; durante la Posrevolución, se propuso imbuir en los educandos la unidad nacional, el nacionalismo revolucionario, el aprecio por las bellas arte y el mundo indígena; en la etapa de la educación socialista se pretendió formar un individuo honrado, trabajador, civilizado, con hábitos de trabajo, ahorro, higiénico, ordenado, con lazos de identidad nacional forjados a partir del nacionalismo revolucionario; durante el desarrollo industrial y la modernización se estableció moldear un educando trabajador, nacionalista, solidario, apto para la participación democrática y con fuerte lazos de identidad nacional; características vigentes durante los gobiernos subsiguientes, extendiéndose hasta los sexenios neoliberales de Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo (De la Peza y Corona, 2000: 71-75), con la observación de que durante las reforma de 1992 y 1993 los planes de estudio fueron organizados por asignaturas del conocimiento, sustituyendo la de áreas.

 

ALGUNOS ESTUDIOS SOBRE VALORES

En el ámbito de la Educación Básica los estudios sobre valores son pocos la Colección de Investigación Educativa en México sólo reseña tres trabajos, señalando que; “los valores aparecen como un tema de reciente interés que, en algunos casos, se vincula con la asignatura de educación cívica” (Taboada et. alt., 2002: 77).

En contraparte los manuales para educar en valores son variados, basta con echar un vistazo a los catálogos de algunas editoriales para encontrar una amplia gama de textos que tratan sus fundamentos psicológicos, los enfoques en su enseñanza, clasificación de los valores y estrategias de aprendizaje entre otros temas.

Por otro lado los estudios sobre valores en la población en general que merecen destacarse esta el de (Alducín, 2005: 26-31) encuentra que en el ámbito laboral las personas aprecian; el respeto, la iniciativa, la dignidad, el esfuerzo, la comprensión, la franqueza, el apoyo y la lealtad.

Estudios más recientes, (Fundación Este País, 2005: 10), evidencian que los valores más estimados por el magisterio y padres familia de educación básica son; la honestidad, el respeto por los demás, el aprecio por la verdad, la tolerancia a ideas distintas a los propias, la solidaridad, el diálogo, y el respeto a la ley.

Por lo que respecta a la población abierta manifiesta una baja confianza interpersonal: 7 de cada 10 mexicanos encuestados piensan que “si uno no tiene cuidado de sí mismo, la gente se aprovechará”, pero esto mismo aumenta a un 90% entre quienes han estudiado un posgrado. Gran parte de los mexicanos no está de acuerdo con que la mayoría es solidaria, opinando que tan sólo el 17% frecuentemente ayuda a los demás, por lo tanto 17 de cada 100 mexicanos cree en la solidaridad y el altruismo. El grado de intolerancia es muy alto, 55%, aunque con el incremento de la escolaridad los ciudadanos valoran más la tolerancia, 62%. El respeto a la ley no es uno de los valores más comunes entre los mexicanos. Cerca de la mitad de los encuestados opina que ni los gobernantes ni los ciudadanos respetan las leyes. El 67 % opina que la corrupción es tanto de políticos como de ciudadanos, entre los que tienen estudios superiores la corresponsabilidad se incrementa a un 86, por lo que la integridad tiene pocos adeptos (Dirección General de Desarrollo Político de la Secretaría de Gobernación, 2002: 9-12).

 

Tomado de: CURSO ESTATAL DE ACTUALIZACIÓN PARA LA XV ETAPA DE CARRERA MAGISTERIAL, Mexico

Last modified onMartes, 26 Agosto 2014 15:53

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